
Nuevo Plan de Acción y Alianza de Materias Primas Críticas de la Unión Europea
- Es el relanzamiento de la Estrategia Europea de Materias Primas y a la vez la presentación de la nueva lista de Materias Primas Críticas 2020, que sustituye ampliando a la de 2017.
- Por qué ahora y qué hay de nuevo (y de viejo)
La situación global producida por la pandemia de Covid19 ha impulsado una mirada crítica hacia las cadenas de abastecimiento de materias primas para la fabricación de bienes de consumo y sus posibles alteraciones.
Trato aquí lo que se refiere a las materias primas metálicas y minerales, muy especialmente las necesarias para la transición energética y la digitalización, prioridades establecidas por la Comisión Europea como parte de su Nuevo Pacto Verde y la recuperación de la crisis sanitaria de COVID19 y la crisis económica que le sucederá. Se trata del rumbo que van tomando las políticas europeas, y es una continuación de algunas de las notas anteriores publicadas por este mismo medio.
La Comisión Europea presentó el 4 de septiembre 2020 una renovación de su estrategia de materias primas, en forma de “Plan de Acción” y seguidamente el 29 de septiembre presentó su Alianza Europea de Materias Primas ERMA.
La Alianza se presenta con (para) actores de la industria que se centra en torno a la Alianza Europea de Baterías, la cual reúne a más de 200 empresas, agencias de gobiernos e institutos de investigación.
Los protagonistas principales del Plan y de la Alianza son la propia Comisión Europea, los Estados miembro y socios europeos como la Asociación Europea de innovación sobre Materias Primas (EIP Raw Materials) y el Grupo de Suministro de Materias Primas (Raw Materials Supply Group), con el apoyo del Instituto Europeo de Innovación y Tecnología (EIT Raw Materials).
En general, esta nueva presentación da continuidad a la Estrategia de Materias Primas que viene desarrollando la UE desde 2008, cuyos objetivos se han ido cumpliendo con paso firme y seguro a lo largo de todos estos años, a pesar de algunas dificultades y ¿fracasos?
Veamos cómo están las cosas
El título del nuevo Plan de Acción: “Resiliencia de las materias primas fundamentales: trazando el camino hacia un mayor grado de seguridad y sostenibilidad”. Los problemas que apunta a resolver, son las posibles dificultades en el ámbito de la seguridad energética y también facilitar la transición energética a fuentes renovables, para lo que necesita disponibilidad de materias primas metálicas. Esto no es algo nuevo. Actualmente, la UE estaría dependiendo de importaciones de entre el 75% y el 100% de la mayoría de los metales.
Un gran problema ya existente y subyacente sigue presente: dado el riesgo identificado desde 2008 desde Europa para su abastecimiento propio de materias primas, se persigue la autonomía. Además de la extracción, planifica un fortalecimiento de las fases de las cadenas productivas que siguen a la minería, como el refinado o la actividad metalúrgica. Solo con dicha autonomía, argumentan que se podrá llevar a cabo la transición energética de los combustibles fósiles a cada vez más sistemas de producción de energía basados en metales y minerales. Y que sólo así podrán alcanzar el Green New Deal (en 2050, cuando ya no estén ninguno de los que están cocinando estas políticas y no haya a quién responsabilizar).
El planteamiento de la Comisión Europea continúa haciendo uso de su retórica habitual según la cual las materias primas críticas son una cuestión estratégica de seguridad, justificada por la dependencia que la industria y la economía tienen de las mismas.
¿Qué significa que sirve para el “desarrollo de políticas”?
Hemos visto hasta aquí que la Unión Europea declara necesitar un acceso cada vez mayor, más diversificado y sin distorsiones a las materias primas. Y que la Covid no ha hecho sino profundizar esa urgencia.
La estrategia y plan de acción de materias primas se revela declaradamente como un instrumento de elaboración de políticas que apunta tanto hacia adentro como hacia afuera de la Unión Europea: pretende servir tanto para negociar Tratados de Libre Comercio (TLCs), políticas de cooperación internacional al desarrollo, como para elaborar políticas industriales comunitarias o nacionales, y también ayudar a las empresas a identificar oportunidades de negocio y ayudar a atraer la inversión.
La retórica habitual y razonamiento falaz
Se mantiene el lenguaje retórico que viene intentando vender la minería y el extractivismo a saco como la solución al cambio climático y la panacea de lo que hemos visto que se persigue: la transición energética y un mundo cada vez más digitalizado.
En mi opinión, dicho lenguaje incluye discursos de buena voluntad sobre la “presión y los límites del planeta”, pongo mis comentarios entre paréntesis: el abastecimiento “sostenible y responsable” (la minería sostenible no existe, y la responsabilidad tampoco ha hecho demasiado acto de presencia en lo que a la minería se refiere), el reciclaje (meramente anecdótico), la economía circular (pero después de haber devastado el planeta para poner a circular todas las materias primas que requiere tal circularidad), la neutralidad climática (que no será industrial).
Y todo para 2050, un plazo excesivamente largo dada la urgencia y la conflictividad ya existente.
El planteamiento que hace la Comisión Europea es: si logra garantizar un acceso seguro y sostenible de materias primas, estará contribuyendo a la recuperación de la economía y a su transformación a largo plazo. Esta lógica es sin embargo, falaz. El problema está en la sostenibilidad: el acceso puede ser posible, pero eso no lo hace sostenible. Con “gran habilidad” retórica, el plan mezcla conceptos que son polémicos para los defensores del planeta, con palabras que simplemente suenan bien a una mayoría de oídos.
COVID19 y la necesidad de reforzar las cadenas de abastecimiento
Es una de las novedades que según mi punto de vista incorpora este nueva presentación del Plan de Acción de Materias Primas: su aderezo con la Covid19 y las fragilidades geopolíticas destapadas en este período, vista la ya mencionada interrupción que experimentaron muchas cadenas de abastecimiento globales.
La propuesta actual se centra entonces en un ambicioso “plan de recuperación” con el que se alcanzará la soñada autonomía y se llevará a cabo la prometida transición a lo verde. También se manifiestan propósitos de preparación para “futuros shocks” o discontinuidades en el abastecimiento de ciertas materias primas.
Lo que fuerza la crisis de la COVID-19 es una revisión crítica de las cadenas de suministro, especialmente de aquéllas materias primas cuyas fuentes están altamente concentradas y tienen por lo tanto, mayor riesgo de abastecimiento. En otras palabras, detectan necesidad de reducir la dependencia y aumentar la diversidad y la seguridad del suministro.
En la propuesta de plan de recuperación de la Comisión Europea para Europa: las materias primas fundamentales son una de las áreas a considerar para futuras crisis.
¿Y dónde están las materias primas?
Literalmente dice el comunicado sobre Materias Primas Críticas que “la demanda futura de materias primas fundamentales seguirá cubriéndose en gran medida con importaciones, también a medio y largo plazo. Por lo tanto, la autonomía estratégica abierta de la UE en estos sectores debe seguir basándose en ese acceso adecuadamente diversificado y sin distorsiones a los mercados mundiales de materias primas”. Está claro entonces que para Europa la prioridad siguen siendo las materias primas de Sur global.
Se explora el potencial en este campo con socios de un abanico muy variado de países que incluyen los desarrollados, como Canadá y Australia, países en desarrollo tanto en África como en América Latina y países próximos a la UE, como Noruega, Ucrania, países candidatos y los Balcanes occidentales.
Especial atención le merecen a la UE los países con elevada concentración del suministro y “bajos niveles de gobernanza”, por el riesgo que puede suponer para la seguridad del abastecimiento, y porque ademas puede “agravar los problemas ambientales y sociales, como el trabajo infantil”.
Merece aquí una mención el hecho de que los conflictos relacionados con los proyectos minero-extractivos cubren sin embargo un enorme número de conflictos con intensidades muy variadas y variables que en absoluto se encuentran contempladas en el Comunicado ni en las políticas expuestas por la CE.
Planeta y comunidades quedan atrás
Acerca de como van a proteger y preservar a las comunidades amenazadas por el neo extractivismo y neocolonialismo y al planeta con todos estos planes, como siempre en la documentación de los planes europeos sobre materias primas, ni una mención. De todos los problemas ya existentes en miles de comunidades resistiendo a la minería en todo el mundo, ni una palabra.
Ideas como las de “abastecimiento responsable” y la “diligencia debida” empiezan a aparecer en los debates sobre la cadena de valor de las materias primas, pero estamos muy lejos de un auténtico respeto de las voces de las comunidades y de su derecho a oponerse a los proyectos mineros.
El Reglamento de la UE sobre Minerales en Conflicto abarca el estaño, el oro, el tantalio y el wolframio (estas dos últimas son además materias primas críticas), aborda por primera vez estas cuestiones, aunque de una manera muy limitada a regiones de conflictos extremos, como RD Congo. No hay que dejar a un lado que una legislación sobre conflictos mineros debería en realidad abarcar todos los minerales en todos los territorios, aunque sea verdad que en algunos lugares los conflictos son especialmente graves y dolorosos. Sin embargo, todas las violaciones de derechos fundamentales son inaceptables y deben contemplarse desde ya.
Circularidad y reciclaje
Se habla de la circularidad y del reciclaje de materias primas para tecnologías de “energías bajas en carbono” como parte integrante de la transición a una economía “climáticamente neutra”. En anteriores comunicaciones oficiales de la Unión Europea se hacía referencia explícita a la necesidad de llevar a cabo una extracción primaria de las materias primas para llevar a cabo la transición energética, junto a un esfuerzo para aumentar la cuota de materias primas secundarias procedentes de reciclaje.
En este nuevo documento se omite esa mención a la necesidad de la extracción primaria y se reconoce falta de información acerca de las cantidades de materias primas que se podrían reciclar de productos, residuos de la industria extractiva o rellenos sanitarios. Y se habla de una nueva regulación a presentarse en octubre 2020 que contenga normativa nueva para ciclos de vida, reutilización, tasas de recogida, reciclaje y eficiencia, y de recuperación de materiales. Se reconocen sí las ínfimas tasas de reciclaje de muchos metales necesarios para aplicaciones de alta tecnología y energía renovable.
Se propone un mapeo europeo del posible abastecimiento de materias primas críticas secundarias, así como identificar proyectos de recuperación viables para 2022. Esto, llevado a cabo de buena fe, podría ser un paso en la buena dirección. Sin embargo, sobre el terreno ya se observan movimientos especulativos en este sentido. Algunos proyectos de recuperación de materias primas a partir de residuos parecen estarse utilizando como excusa para nuevos megaproyectos extractivos a cielo abierto (casos de Barruecopardo en Salamanca o Penouta en Galicia).
También hay mención específica a oportunidades económicas relacionadas con la extracción materias primas críticas de entre los residuos extractivos de las minas de carbón, como parte de un Mecanismo de Transición Justa para estas regiones, pero personalmente no he escuchado de ninguna iniciativa de este tipo, lo que no significa que no la haya.
Materias primas críticas -primarias- son la prioridad
Se presenta la lista actualizada de Materias Primas Críticas de las que hay que preocuparse y acciones para poder acceder a las mismas. El plan anuncia gran potencial y oportunidades.
Muchos proyectos y Alianza Europea de Materias Primas en pos de una industria de baterías europea
Cientos de proyectos de investigación, de tecnología e innovación destinados a conseguir los objetivos del plan. Es un claro apoyo de la Comisión Europea a la industria automovilística alemana y del resto de Europa, teniendo en cuenta los comisarios y autoridades que la respaldan y su apuesta y aparentes estrechas amistades. Esta Alianza se centrará en metales como el litio y tierras raras, los cuales se pretenden utilizar para construir las baterías de los millones de automóviles eléctricos que aspira a producir la industria automovilística. Es en esos dos metales en torno a los que se describen ejemplos de “falta de resiliencia”. Y con la idea de expandir la actuación de esta Alianza en el tiempo según necesidad a otras CRMs o metales base.
Según el plan se pretendería conseguir abastecer el 80% de la demanda europea de litio en 2025, un objetivo que a día de hoy no parece tan fácil.
El Banco Europeo de Inversiones BEI
En la presentación del Plan de Acción objeto de este análisis, se aseguró que el BEI está dispuesto a prestar financiación y recomienda a los Gobiernos que utilicen las ayudas del Fondo de Reconstrucción para este tipo de iniciativas de materias primas. O sea, dinero público para impulsar el extractivismo.
Recientemente, el banco adoptó una nueva política de préstamos al sector energético, en la que manifiesta apoyo a proyectos de suministro de materias primas críticas para tecnologías bajas en carbono en la UE. Este apoyo pretende atraer inversión privada en la UE y en terceros países (del Sur global) ricos en recursos y es importante minimizar el riesgo de los proyectos desde el punto de vista de las inversiones empresariales.
Menciones y omisiones
La palabra “conflictos” aparece sólo una vez en el documento de Comunicación de la Comisión, y los “derechos humanos” no aparecen mencionados ni una sola vez. Sin comentarios.
Sí se mencionan las posibles “consecuencias ambientales” y sociales de la extracción de materiales, la transformación y los residuos y los riesgos de transferir la carga de la reducción de las emisiones a otras partes de la cadena económica -tecnologías bajas en carbono-. Concretamente la “contaminación por metales pesados, la destrucción de hábitats o el agotamiento de recursos”. La fuente de esta advertencia es el Panel Internacional de Recursos, informe Global Resources Outlook 2019 al Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Se habla menos en esta comunicación (o nada) de “competitividad” y poco de “innovación” (investigación en torno a las CRMs) que en los lanzamientos o comunicaciones anteriores. También se habla poco de “sustitución” entre materias primas críticas, concepto que ocupaba mayor lugar en anteriores comunicaciones.
En conclusión:
Dos cosas me llaman poderosamente la atención. Cuando la Comisión Europea habla en su estrategia de su necesidad de “seguridad”, está hablando en mi opinión de buscarse maneras de acceder a materias primas en el Sur global. Y cuando habla de su necesidad de “autonomía”, se está refiriendo a las maneras de acceder a materias primas dentro de las fronteras europeas, las cuales está decidida a aumentar. Ambas cosas significan extractivismo masivo y lo reconozcan o no, la consiguiente destrucción.
El auténtico problema que, desde mi punto de vista, la Comisión menciona en su comunicación tan sólo de pasada, y no como un problema a resolver sino como parte de su retórica habitual de buena voluntad, es la demanda rápidamente creciente de materias primas para la industrialización y el crecimiento sin límites, que veo como imposible. Al menos no es posible sin dejar una grandes perjudicados: las comunidades locales y sus muchos usos actuales, diversos y tradicionales de la tierra y la destrucción ya aludida.
Al menos en países como España (y la realidad de otros países de nuestro entorno no es tan diferente), al fomentar con créditos, inversiones y subvenciones, la canalización de los fondos de recuperación, se puede pensar que facilitarán a nivel local negocios en torno al extractivismo y la industria de procesamiento y manufactura de las materias primas. Muchos de estos proyectos que reciben financiación pública y ayudas millonarias, muy a menudo quedan suspendidos por falta de viabilidad o por irregularidades graves en sus procesos. O porqué no decirlo: por la frontal oposición ciudadana a los mismos. Y no es raro que los Estados acaben enredados en procesos judiciales o en tribunales de arbitraje internacional teniendo que pagar indemnizaciones millonarias a costas de los erarios públicos, es decir, de nuestros bolsillos. Algo que se aprecia en la práctica, estos planes son un nido potencial de corrupción y prevaricación -que tan a menudo quedan impunes.
La realidad de quienes pisamos el territorio y perseguimos la justicia social y ambiental, defendemos los derechos humanos por encima de todo y mantenemos una mirada global y la necesidad de una transición justa para todos los pueblos, esta política europea se revela alejada de la realidad de los territorios y fomenta con la canalización de fondos, este modus operandi descrito, cada vez más habitual.